
El país cuenta con una superficie e insular de 912.050 km². Estos extensos territorios se expresan en una compacta superficie continental, cuya longitud máxima es de 1.493 km en dirección este-oeste y de 1.271 km en norte-sur, lo que contribuye a facilitar la integración y cohesión interna. Cuenta con una amplia línea de costa, que alcanza en el mar Caribe los 2.183 km de longitud desde Castilletes al promontorio de Paria; su forma es irregular y está constituida por numerosos golfos y bahías, entre los que destacan el golfo de Venezuela y los de Triste y Cariaco, y más de 314 islas, cayos e islotes de soberanía venezolana que se extienden por el norte hasta la isla de Aves y su correspondiente zona de exclusividad económica marítima. A su vez, cuenta con 1.008 km de riberas continentales en el océano Atlántico, desde el promontorio de Paria hasta Playa, incluyendo el golfo de Paria, la isla de Patos y la fachada litoral del delta del Orinoco e islas adyacentes, donde destacan las bajas costas selváticas, cenagosas y de manglares.


Venezuela logró una industrialización interna que sustituía muchas importaciones, la construcción de una importante infraestructura viaria, de regadío e hidroelectricidad, y la formación de grandes empresas públicas. Ulteriormente se produjo una caída sostenida del ingreso petrolero, el cual se redujo a un tercio en 1993, acompañado con altos pagos de la deuda pública externa y una sostenida presión financiera por la salida de recursos monetarios internacionales, que culminó en 1994 con una grave crisis bancaria, altos niveles de corrupción y un descenso en la calidad de vida. En este tiempo se implantó una nueva política económica con la unificación y flotación cambiaria, la liberalización de los precios internos y de las tasas de interés, el inicio de la privatización de empresas públicas y la renegociación de la deuda externa. En este marco se ha iniciado, en 1996, un cambio económico en el que se acentúa la privatización de empresas públicas deficitarias, el estímulo a la inversión extranjera en varias industrias, como la petrolera, petroquímica, minería del oro, diamante, carbón, níquel, explotación forestal, turismo y otros sectores.
Ello se expresa, además, con la libertad de precios y de adquisición de divisas, y con cambios en el régimen de Seguridad Social. En 1997 el producto interior bruto (PIB) fue de 87.480 millones de dólares, dando un ingreso per cápita de 3.840 dólares.

Una discreta arquitectura de origen hispánico puede ser contemplada en los restos de las fortificaciones y cascos antiguos en La Guaira, Puerto Cabello, Cumaná, Maracaibo o Araya. De especial importancia es el conjunto de admirables casonas coloniales en la ciudad de Coro y las sedes de la Compañía Guipuzcoana en La Guaira y Puerto Cabello. Hay, asimismo, destacados templos antiguos en La Asunción, en Caracas y en Coro, con manifestaciones dieciochescas en los templos de Píritu, Guanare, Calabozo y otras ciudades.
Son interesantes los restos de haciendas coloniales en la península de Paraguaná y en los valles de Aragua y de los Andes. Del siglo XIX se conservan haciendas con grandes patios para secar café y cacao, tanto en los estados andinos como en el noreste del país. Modestas manifestaciones de arquitectura urbana decimonónica se pueden contemplar en Caracas, Macuto, Maracaibo, Barquisimeto y otros núcleos urbanos.
En las regiones petrolíferas de Venezuela irrumpieron manifestaciones culturales de origen estadounidense y de la nueva inmigración de origen español, italiano y portugués. La combinación de altos ingresos económicos y los fuertes lazos con el exterior incentivaron el desenvolvimiento de una arquitectura moderna de alta calidad, alcanzándose las mayores expresiones con Carlos Raúl Villanueva, que proyectó varios edificios de la ciudad universitaria de Caracas y el Museo Jesús Soto de Ciudad Bolívar, entre otros trabajos, y Fruto Vivas. Destacan también el Teatro Teresa Carreño, el parque Central, el centro Simón Bolívar y diversas torres espectaculares que expresaron la bonanza petrolera, en especial en el centro y este de la capital.
Una contribución característica venezolana a la leyenda popular es el llanero o ganadero de las sabanas de Los Llanos. El baile nacional, el joropo, y sus respectivos instrumentos populares, tales como el cuatro, el arpa y las maracas, se asocian a los modos de vida del llanero. Igualmente, en el Litoral central la influencia africana se refleja en los bailes acompañados de tambor y otros instrumentos de origen africano. Entre los músicos venezolanos de música popular y folclórica han destacado Soledad Bravo, Simón Díaz o la Serenata guayanesa, por citar algunos. En el apartado de música clásica son notables José Ángel Lamas, representante del clasicismo venezolano, Cayetano Carreño, compositor de música religiosa durante la colonia, y su nieta María Teresa Carreño, además de José Antonio Abreu, Modesta Bor o Sebastián Díaz Peña.
En el apartado de literatura hay que mencionar a uno de los hombres de letras más destacados de la Hispanoamérica de su tiempo, el poeta, humanista y filólogo Andrés Bello, además del romántico Antonio Pérez Bonalde y los novelistas de nuestro siglo, Rómulo Gallegos y Arturo Uslar Pietri.

